Un joya arquitectónica para deleitar a la corte del rey Fernando
En una fase posterior al diseño del Palacio Real, Carlos de Borbón encargó a Luigi Vanvitelli la construcción de un pequeño teatro destinado a entretener a la corte.
Situado en el centro del lado occidental del Palacio, el Teatro tiene una planta en forma de herradura con cinco órdenes de palcos, ricamente decorados por Gaetano Magri. Columnas de alabastro sostienen la bóveda, frescada por Crescenzo La Gamba con Apolo aplastando a la serpiente Pitón.
Frente al majestuoso palco real, el portal del escenario podía abrirse, cuando era necesario, hacia el Parque, creando una sugestiva escenografía natural.
A pesar de sus dimensiones modestas (podía albergar como máximo a 500 personas), el Teatro Real de Caserta es una joya de la arquitectura teatral del siglo XVIII, por la perfección de sus proporciones, la calidad acústica y la suntuosidad de sus decoraciones.
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Un proyecto de diez años
Carlos de Borbón no era amante del teatro, pero era consciente de que el desarrollo de las artes aumentaría enormemente el prestigio del Reino.
Como ya había hecho en Nápoles con el teatro que llevaba su nombre, ordenó también en Caserta la construcción de un edificio destinado al entretenimiento de la familia real y de la corte, similar al de la capital pero de menores dimensiones.
Luigi Vanvitelli propuso al soberano el proyecto de un gran teatro público situado fuera del Palacio. Pero el rey prefirió un lugar más recogido, magnífico e íntimo al mismo tiempo, de uso exclusivo para la corte: “un teatrillo dentro del Palacio para comedias domésticas”, como relata el propio Vanvitelli en una carta.
El teatro fue entonces incluido en la planta del Palacio, en una posición central.
Tras la marcha del rey Carlos a España, y también debido al escaso interés del ministro Bernardo Tanucci, preocupado por los elevados costes, las obras se prolongaron durante más de diez años. Vanvitelli se dedicó a ellas con gran esmero: eligió los materiales (ante todo la madera, “para eliminar el eco que confundiría la voz de los actores”) y diseñó personalmente las decoraciones, ejecutadas por Gaetano Magri y Crescenzo La Gamba.
El teatro fue el único espacio del Palacio Real que el arquitecto vio terminado.
Fernando IV y el amor por el teatro
Cuando finalizaron las obras, en el trono se encontraba el joven Fernando quien, a diferencia de su padre, era un gran apasionado de la música y de las artes escénicas. Durante su reinado, el Teatro Real de Caserta cobró verdadera vida.
Fue inaugurado para el Carnaval de 1769 en presencia del rey y de la reina María Carolina, quienes organizaron para la ocasión óperas, comedias y bailes que se prolongaron durante más de dos semanas.
A partir de ese momento, el Teatro de Corte se abrió con frecuencia a la aristocracia napolitana, que acudía en gran número para participar en los bailes de disfraces o asistir a las representaciones de las compañías del teatro San Carlo, del teatro Nuovo y del teatro Fiorentini: Le trame per amore de Paisiello, el Orfeo de Gluck, las comedias de Goldoni, La Didone abbandonata de Metastasio.