Apartamentos Reales

El proyecto de Luigi Vanvitelli preveía una clara distribución de los ambientes del Palacio entre los distintos miembros de la familia real. La planta del primer piso había sido dividida en cuatro partes reservadas al rey, a la reina, a los príncipes y a las princesas. Al Cuarto del Rey y al Cuarto de la Reina, que presentaban estancias especulares, se accedía desde el Vestíbulo Superior.

El segundo piso estaba destinado a las cocinas y al servicio. En la práctica, este nivel sufrió numerosas transformaciones y los espacios fueron adaptados a las necesidades de quienes los habitaban. Las obras en el Palacio se prolongaron tanto que, cuando el rey Fernando IV decidió trasladarse allí junto con su esposa María Carolina, en 1780, el único apartamento listo para recibirlos era el que Luigi Vanvitelli había previsto para los príncipes herederos. Los espacios no eran suficientes para la numerosa familia real, que por ello ocupó también algunas salas del segundo piso. Para las decoraciones, Carlo Vanvitelli realizó una armoniosa síntesis entre la tradición barroca y el nuevo gusto clásico. Artistas locales e internacionales trabajaron codo con codo en el gran taller multicultural de la Reggia de Caserta.

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Residencia de representación de los Murat

Con la llegada de José Bonaparte, en 1806, los Borbones se retiraron a Sicilia, llevándose consigo muebles y valiosos enseres del Palacio Real.
Los soberanos franceses veían en la Reggia de Caserta una oportunidad para incrementar su prestigio político. Decidieron, por tanto, continuar las obras en el Palacio, centrándose en la decoración del Cuarto del Rey, que hasta entonces había permanecido inacabado. Fue nombrado director de las obras Antonio de Simone, quien adoptó el estilo neoclásico imperante en Francia. Durante los años en que estuvieron en el poder (1808-1815), Joaquín y Carolina Murat utilizaron la Reggia de Caserta principalmente como residencia de representación.

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Los Borbones vuelven a casa: la Restauración

La Reggia de Caserta volvió a ser una Casa Real con la Restauración, en 1815.
Desde Fernando I hasta Francisco II, último rey del Reino de las Dos Sicilias, los miembros de la dinastía Borbón dieron nueva vida a los Apartamentos Reales, que a lo largo de los años cambiaron de aspecto y función según los huéspedes que los habitaron.
En particular, Fernando II prefería residir en Caserta, también por la seguridad personal y familiar. En Caserta nacieron casi todos sus hijos.Gracias a estas estratificaciones, el recorrido museístico a través de los Apartamentos Reales es hoy un sugestivo viaje por la historia del Sur de Italia.

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De casa de reyes a museo

En 1919, la Reggia de Caserta fue cedida por Víctor Manuel III de Saboya al patrimonio del Estado italiano.
Comenzaba así un largo proceso de valorización que transformaría las estancias reales en un museo público.

Hoy, el Museo de los Apartamentos Reales ocupa aproximadamente la mitad del piso noble del Palacio y se desarrolla a lo largo del Cuarto del Rey y del Cuarto de los Príncipes Herederos, en el ala meridional.

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Más allá del Palacio Real