Luigi Vanvitelli, entre los años 1726 y 1750, se había ocupado de encargos realizados por el Estado Pontificio o por Órdenes religiosas, de alcance limitado, consistentes en ampliaciones y reestructuraciones. El encargo que le confirió el rey Carlos de Borbón, en cambio, se refiere a la creación de un nuevo palacio real para una nueva capital, en un sitio real de amplias dimensiones y sin condicionamientos vinculados al tejido urbano circundante, entonces aún compuesto por pequeños núcleos habitados como Torre, Ercole y Sala.